Lluvia y abrazos. José Manuel Hernández
Hoy llueve. Fueron meses de piel reseca. Casi de desesperanza, ya. Pero no. Se acabó el desasosiego que el Sol nos estaba metiendo dentro.
Hoy llueve. Fueron meses de piel reseca. Casi de desesperanza, ya. Pero no. Se acabó el desasosiego que el Sol nos estaba metiendo dentro.
El pensamiento débil tiene en el aspirante a pijo uno de sus más firmes valedores.
Esta es la consigna, el lema, bajo el que la Asamblea Popular de Gran Canaria convoca Jornada de Lucha para el 3 de octubre. No hay otro lema que resuma mejor los objetivos de todas las luchas, manifestaciones y huelgas pasadas y por venir. Hay que tumbarlos.
He perdido la cuenta las veces que los concejales de Sí se puede hemos reclamado la creación de la Casa de la Juventud de Santa Cruz o el incremento del número de acciones en materia de juventud pero tengo la sensación, por el calibre de las respuestas, que estas reivindicaciones nos acompañarán durante un tiempo.
Como toda ideología política el nacionalismo puede ser interpretado o reinterpretado para dar satisfacción a quienes hacen uso de él. Con el socialismo, liberalismo, conservadurismo, fascismo, anarquismo o comunismo ocurre lo mismo.
Hacía años que no visitaba el paraninfo de nuestra vieja y querida Universidad de La Laguna.
Europa lleva más de veinte años años debatiendo una política de transporte centrada en el diseño de una red que abarcaría el ámbito terrestre (incluido el ferroviario), marítimo y aéreo.
Hace ya unos cuantos años, corría el mes de noviembre de 2006, cuando un grupo de empresarios ávidos de especular y ganar dinero fácil y rápidamente, sin reparar en efectos ambientales, expusieran a la Administración su proyecto de "puerto deportivo en Guayonge", en nuestro municipio de Tacoronte.
El discurso sobre la benevolencia del liberalismo económico no se lo toman muy en serio ni sus promotores.
La titulación y cualificación que nos otorgó el paso por un sistema educativo más o menos abierto desde los años sesenta, ha permitido a muchos, no a todos, acceder a una clase media baja o media-media; es decir, a situarnos en una horquilla salarial que iba de los 1800 euros a los 3000 raspados.